[vc_row][vc_column width=”1/3″][vc_single_image image=”1559″ img_size=”full” css_animation=”left-to-right”][vc_column_text]Foto: JUANMA RAMOS.  [/vc_column_text][vc_column_text css=”.vc_custom_1542741944608{margin-bottom: 0px !important;}”][/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=”2/3″][vc_column_text css=”.vc_custom_1564504635929{margin-bottom: 0px !important;}”]

Hans Ruf entrenó en el CAR de Sant Cugat desde que abrió las puertas el 1981

“A final de la temporada pasada (2015) a las puertas del 25º aniversario, tuvo que marchar de un centro de alto rendimiento donde forjó los mejores saltadores de pértiga catalanes y españoles  de la historia”.

Hans, nacido el 1940 en la población bávara de Schweinfurt, es el más pequeño de una saga de tres destacados atletas que brillaron entre finales de los cincuenta y principios de los sesenta. Francisco (Barcelona, 1935), el más grande, logró dos títulos estatales de 400 m (1956-57) y Arturo (Wachenheim, 1938), el mediano, uno de decatlón (1958), a pesar de que en campeonatos de Cataluña consiguió hasta nueve medallas de oro repartidas en siete disciplinas diferentes. En el palmarés de Hans destacan dos títulos catalanes de pértiga (1960/61) y dos subcampeonatos estatales (1958/59). Los tres hicieron sus primeros pasos atléticos en el CN Barcelona, a las órdenes de Nemesi Ponsati, una institución en la formación de jóvenes valores. En el centro de alto rendimiento de Sant Cugat y de la misma generación que Hans Ruf todavía continúa al pie del cañón Llorenç Cassi, otro alumno de Ponsati y que después de haber triunfado como atleta ha guiado la trayectoria de los principales lanzadores del país. Las especialistas de martillo Laura Redondo y Berta Castells son actualmente sus mejores exponentes. Ponsati, Cassi y Ruf, como tantos otros técnicos repartidos en todo Cataluña, son los eslabones de una cadena de la mejor tradición de la práctica y la divulgación atlética. Y un colectivo, el de los entrenadores, indispensable para la formación de grandes deportistas y mejores personas.”

El centro de alto rendimiento de Sant Cugat se encuentra en plena celebración de sus bodas de plata. Durante todo el año se han programado exposiciones, concursos literarios y fotográficos, varias mesas redondas –en septiembre se hará una sobre la presencia del CAR en los medios– y el 23 de julio se disputará una cursa popular nocturna para conmemorar la efeméride. El CAR es y ha sido una de las claves del potencial del deporte catalán. Más allá de la modernidad y las posibilidades de las instalaciones, y de los servicios integrales al deportista está el personal que lo ha hecho funcionar durante más de dos décadas. Y aquí han jugado y juegan un papel primordial los entrenadores. A tocar de los actos del 25º  aniversario, tuvo que marchar, sin hacer ruido, uno de los técnicos que estuvo al pie del cañón desde el mismo día que abrieron las puertas por primera vez del centro de alto rendimiento, cuando lo proyectaron Josep Lluís Vilaseca y el primer director, Joan Antoni Prat. Se trata de Hans Ruf, toda una institución cuando se habla de atletismo, y especialmente de salto de pértiga, en Cataluña y a todo el Estado español. La crisis, de nuevo, provocó una jubilación que no era ni mucho menos querida.

Todo el mundo que ha visto atletismo de cierto nivel, seguro que recuerda un hombre alto y corpulento de cabello blanco y con facciones inequívocamente germánicas, sentado en las gradas o en una silla plegable (protegido por un para-sol en el caso de plena canícula) a pie de pista dando indicaciones a los saltadores de pértiga con una voz potente y un acento inconfundible. Intuitivo y con un don especial para coger y divulgar los diversos conceptos técnicos, Ruf ha tenido bajo sus órdenes los principales saltadores de pértiga catalanes de la historia: Javier García Chico, Albert Ruiz, Daniel Martí, Juan Gabriel Concepción, Roger Oriol, Albert Vélez, Dídac Salas y Ana María Pinero, entre muchos otros. Antes de centrarse en la modalidad más complicada del programa atlético, también había preparado velocistas del nivel de Loles Vives, Conxita Minguella y Josep Carbonell, saltadores de altura como por ejemplo Martí Perarnau y de longitud como Amanda Naval e incluso lanzadoras como por ejemplo Dolors Tobella.

Hans Ruf Giménez fue el inventor del mítico producto que en esta web les presentamos; el Cinturón Ruso también conocido por el nombre de Tirante Muscular o Musculador, nombres acuñados por él mismo en la década de los 80, pero no es entonces cuando Hans descubrió este singular sistema de entrenamiento sino que fue a finales de los años 70 en un clínico de atletismo en el norte de Europa, en aquella época no se disponía de muchos medios para propiciar buenos entrenamientos y se tiraba de imaginación que junto a la técnica permitía en la medida de lo posible entrenar de forma óptima para aquellos estándares a las personas que lo necesitaban.

Hans vió en una de esas clases magistrales impartidas por los entrenadores nórdicos (Finlándeses, Noruegos, Suecos, Alemanes y Rusos) que el entrenador tenia que tener especial contacto siempre con el pupilo o discípulo, y comprendió que eso era muy importante debido a que él en la entidad donde trabajaba debería de entrenar simultáneamente a varios pupilos a la vez y claro tenia gran preocupación por no poder entrenarlos a todos en una sola sesión con lo que al final inventó un sistema para poder ejecutar aquellos ejercicios aprendidos en aquellos clínicos para poder hacer que los pupilos pudieran entrenar de forma autónoma, y surgió el primer Cinturón ruso (nombre acuñado por que la persona que enseñó a Hans los movimientos y la técnica de aquel entrenamiento era de origen soviético) mas tarde conocido por Tirante Musculador. La primera unidad vió la luz dentro del centro de alto rendimiento CAR de Sant Cugat en Barcelona, España en 1980.

Este singular dispositivo sufrirá innumerables modificaciones y mejoras a lo largo de los años evolucionando al ser confeccionado con nuevos materiales técnicamente mas avanzados cada vez hasta llegar al dispositivo actual, que podemos decir que con un uso normal puede durarnos toda una vida.

Los TMR que es la nueva nomenglatura del producto están hechos en cualquiera de sus versiones para durar, son un producto de confección artesanal siguiendo los estándares de calidad exigidos por su creador y elaborados Hand Made desde la recepción de la materia prima hasta su embolsado y etiquetado, todos los procesos son puramente y estricatamente artesanales, lo cual garantiza que el producto sea auténtico y prácticamente indestrutible con el uso para el cual se ha creado.

Menciones

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